domingo, 1 de mayo de 2011

BWV 1008


la sarabanda es una danza personal
inmóvil la sigue mi cabeza de bailarín

el ritmo del arco
como herramienta mellada
desgarra sediento
la voz contenida de la oscuridad
la enciende, la entrega dulce
como una donación frutal

desamparo y esperanza
manan del abierto abismo
vienen fragancias de miel
se arrastra un amplio ropaje
tiene brillos y tonos dorados
mezcla tierras y rojos de sangre

en su discurso peregrina mi alma
vuela perdida y migratoria
tiembla mientras avanza
sobre los bosques y las aguas
la lleva el torrente manso
abriendo galerías subterráneas